domingo, 17 de febrero de 2013

Antes torpe que formulista

Hace algunos años, fui al recital de un cuentista estadounidense que acababa de publicar un libro magistral.  Dio una pequeña charla en la que dijo, como si tal cosa, casi con aburrimiento, que escribir cuentos le estaba haciendo cada vez más fácil.  En este, su primer libro, todos los cuentos, salvo uno, encendieron mi alma.  En su segundo libro, la mitad lo encendió.  En el tercero, sólo uno lo encendió.  No publicó más.  Quizás porque escribir ya no representaba ningún reto para él.


Mi padre escribió columnas, no cuentos.  Un vez me dijo: “El oficio nunca se hace mas fácil, pero quizás mejoremos”.  Si esta perogrullada tuviera una modificación, sería: “Si queremos mejorar, tenemos que asegurar que el oficio nunca se haga más fácil”.  La gran tentación y así que perdición de los articulistas es el formulismo.  Hay que huir de él como de la peste.

Llevaba mucho tiempo queriendo escribir sobre El Metropol Parasol de Sevilla, pero no daba con la tecla para hacerlo interesante para mí.  La polémica que rodeaba su construcción y financiación enturbiaba mucho el asunto.  Y encima su reluciente novedad.  Todo esto no me permitía ver hasta el fondo del pantano, por así decirlo.

Más de un año después de su inauguración, mi amigo londinense llegó a Sevilla de visita.  El Parasol fue un flechazo para él.  Dio la casualidad de que este amigo estaba sufriendo mucho en aquel momento por su vida amorosa, quizás debido a haberse dejado llevar por los flechazos.  Así cuajó la inspiración para Ensombrecidos por las‘setas’.

¿Cómo comparar lo estrafalario del ámbito del amor con lo estrafalario del ámbito de la arquitectura?  Opté por el diálogo, pues yo estaba apurado de espacio, y el diálogo bien hecho dice más con menos.  Afortunadamente no tuve que describir en detalle el Parasol.  La gran mayoría de mis lectores ya lo han visto, al menos en fotografías.  Lo que más me costó fue representar fielmente la vida amorosa de mi amigo.  La eficacia del artículo dependía de lo bien que podía hacer justicia a esta irracionalidad.  Lo hice en dos gordos y enredadísimos párrafos.  Se sitúan, sin elegancia, en medio del artículo, tal como El Parasol se sitúa en el casco antiguo de Sevilla.

1 comentario:

  1. En esa última línea tuya dices todo... sobre la elegancia del parasol en el centro. ¿o me lo parece a mí?

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