lunes, 19 de septiembre de 2011

Antes de nada

El título de este blog parece un chiste de mal gusto si consideramos que Perdóname por mi pecado, mi artículo más leído, trata del aborto de mi primer hijo.  A aquel crimen debo mi forma de pensar.  Como consecuencia de ello, me di cuenta de que tener verdadero carácter e integridad era algo que, si quería conseguirlo, iba a tener que trabajar en ello durante todo lo que me quedaba de la vida.  De ahí, brotó mi sed de entenderme en profundidad, y también de entender el mundo a mi alrededor.  Es decir, de ahí, brotó mi vocación para escribir.

Quizás la vida de aquel hijo perdido y la responsabilidad de criarlo me habría servido igualmente para abrir los ojos a la realidad, y por lo tanto inyectarme con inquietudes suficientes para ser escritor.  Pero habría sido otra realidad, otras inquietudes, probablemente, en mi caso, menos violentas, menos mentalmente y psicológicamente duras, y por lo tanto, sin tanta necesidad de resolver.

Aquí estoy en Sevilla, escribiendo “La Sevilla del guiri”, escribiendo “Matando a los queridos”, criando a mis dos hijos, y amando a mi mujer, queridos a quienes nunca habría conocido si no fuera para aquella víctima de hace más de 20 años, un querido al que, si yo pudiera vivir de nuevo mi vida, no lo mataría.  Esa es la principal contradicción que pesa sobre mi vida y mi escritura.