domingo, 20 de enero de 2013

¿Restricciones o libertad?

¿Cuál fomenta más la creatividad, las restricciones o la libertad?   Diría que la libertad, con tal de que no la tomemos por sentada, y no la confundamos con dar carta blanca a nuestros caprichos.  Normalmente la materia en sí, es decir la idea y la forma elegida para expresar o realizarla, nos ponen sus propias restricciones.  Corresponde al artista reconocerlas y acatarlas.  Los creadores más despóticos, que se niegan rotundamente todo tipo de crítica o regla, que piensan que su creatividad e intelecto nunca fallan y que su obra es intocable, no suelen llegar a ser artistas más allá de en sus propias fantasías.

Para mí, la libertad artística consiste en poder elegir mis restricciones.  La Sevilla del guiri me pone muchas restricciones.  En ella, no caben todos los temas que me fascinan.  Los textos no pueden exceder 950 palabras.  Por ser publicados en un periódico, hay registros de lenguaje a los que no puedo recurrir.  Todas estas limitaciones, y otras más, al contrario de inhibir mi creatividad, la animan.

También me restringe mi editora.  Como he dicho antes en este blog, mi editora es mi esposa.  Porque ella me quiere y es perspicaz (los únicos requisitos esenciales para un buen editor), le otorgo autoridad absoluta sobre lo que escribo.  Si dice que algo no funciona, aun si no puede explicar precisamente el porqué, le doy el beneficio de la duda, y lo elimino.  Manda ella.  Supongo que, por culpa de ella, he quitado ocurrencias agudas de mi obra.  Como todas las autoridades, ella puede fallar.  Pero por cada vez que ha amortiguado el impacto de mi obra, la ha salvado diez veces o más.

En ¿Secuelas de una dictadura?, escribo sobre el abuso de autoridad en España.  No tengo ningún problema con que una autoridad me limite, ni como escritor, ni como ciudadano, ni como ser.  De hecho me viene bien, siempre y cuando esta autoridad se preocupe de veras por mí, y no por conservarse.    

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