domingo, 19 de agosto de 2012

Siempre subjetivo

Empecé como periodista en la rama deportiva.  Antes de ir al primer partido que la redacción me encargó a cubrir, mi padre, también periodista que empezó en la rama deportiva, me dijo, “Escribe el reportaje como si contara a un amigo lo que pasó.  Lo que no te parece interesante, no lo incluya.  Si crees que lo que transcurrió en un mero minuto merece cuatro párrafos y el resto del partido merece sólo un resumen de doce palabras, escríbelo así”.

En Rezando en el Sánchez-Pizjuán llevé aquel consejo de mi padre a su gran extremo.  Al partido en sí, dediqué sólo tres frases cortos, 23 palabras, el tres por ciento del artículo.

El comentario de mi padre desmiente la así llamada objetividad del periodismo.  Cada reportero tiene su conjunto de prioridades, su opinión sobre lo que importa y lo que no importa.  Es inevitable y no necesariamente menos informativo que este sesgo se manifieste siempre en su trabajo.

Al pulir mis artículos para publicación, acabo eliminando muchas frases y párrafos dedicados a explicar como soy.  En vez de escribir que soy maniático o dogmático o creyente o sufrido, describo lo que hago y veo, lo que me pasa y cómo reacciono.

Tal como intento dejarme ver sin decir cómo soy, intento dar a conocer mis prioridades sin enumerarlas.  Me recreo en lo que me importa, no lo deletreo.  Me centro siempre en los hechos, sabiendo que los hechos serían otros si el observador fuera otro.  Así los hechos hablan por sí mismos, y también por mí.

1 comentario:

  1. Quería comentarte allí... pero no me deja.

    Cachis la mar... este artículo me pilló fuera, de vacaciones. Si lo hubiera visto antes, habría corrido a avisarte. En el caso de tu esposa es perdonable, pero cuidado con las compañías. Si te llevan a ver al Sevilla... son malas compañías.

    ¡La próxima, con gafas verdiblancas!

    ;-)

    ResponderEliminar