Escribo
para llegar a ser este descubrimiento.
Alcanzar tal meta depende principalmente de lo bien que escribo, pero si
nadie empiece a leerme, el logro de escribir bien sólo sirve para que yo
conozca mejor mis musas – lo que no es
poco, pero tampoco es todo.
“A pesar del
peligro, adelante”: este iba a ser el título del artículo que al final titulé Tocado por una santa y una estrella porno. El primer
título es edificante, el segundo morboso.
El tema del artículo es ambos. Elegí
enfatizar lo morboso en el título, porque así atraería más lectores. Los medios justifican el fin, con tal de que
no mientan.
Tengo la suerte
de que, cuando un nuevo capítulo del guiri blog estrena, la versión digital del
Diario de Sevilla cuelga el título,
el atinado dibujo de Daniel Rosell, y un pequeño resumen en la portada. Un día me di cuenta de que cuánto más
refinados los títulos (A la altura de mi oficio, Verde Navidad,
La verborrea del éxito, por nombrar
algunos) menos visitas tenían. Como
amante de la literatura y la poesía, me había vuelto demasiado acostumbrado a lo
refinado (en exceso). Tuve que perder este refinamiento, al inventar títulos. Como periodista, abrir con lo sutil equivale a
intentar, durante la hora punta de Nueva York, detener un taxi con un queen’s wave (saludar con la mano como
una reina a sus súbditos).
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