Mi padre escribió
columnas, no cuentos. Un vez me dijo:
“El oficio nunca se hace mas fácil, pero quizás mejoremos”. Si esta perogrullada tuviera una
modificación, sería: “Si queremos mejorar, tenemos que asegurar que el oficio
nunca se haga más fácil”. La gran
tentación y así que perdición de los articulistas es el formulismo. Hay que huir de él como de la peste.
Llevaba mucho
tiempo queriendo escribir sobre El Metropol Parasol de Sevilla, pero no daba
con la tecla para hacerlo interesante para mí.
La polémica que rodeaba su construcción y financiación enturbiaba mucho
el asunto. Y encima su reluciente novedad. Todo esto no me permitía ver hasta el fondo
del pantano, por así decirlo.
Más de un año
después de su inauguración, mi amigo londinense llegó a Sevilla de visita. El Parasol fue un flechazo para él. Dio la casualidad de que este amigo estaba
sufriendo mucho en aquel momento por su vida amorosa, quizás debido a haberse dejado
llevar por los flechazos. Así cuajó la
inspiración para Ensombrecidos por las‘setas’.
¿Cómo comparar lo
estrafalario del ámbito del amor con lo estrafalario del ámbito de la
arquitectura? Opté por el diálogo, pues
yo estaba apurado de espacio, y el diálogo bien hecho dice más con menos. Afortunadamente no tuve que describir en
detalle el Parasol. La gran mayoría de
mis lectores ya lo han visto, al menos en fotografías. Lo que más me costó fue representar fielmente
la vida amorosa de mi amigo. La eficacia
del artículo dependía de lo bien que podía hacer justicia a esta
irracionalidad. Lo hice en dos gordos y enredadísimos
párrafos. Se sitúan, sin elegancia, en
medio del artículo, tal como El Parasol se sitúa en el casco antiguo de
Sevilla.