domingo, 17 de marzo de 2013

La confesión

Escribo con un único objetivo: para un buen día poder morir en paz.  Como si esto no fuera lo suficientemente Católico, añado que considero al lector como mi confesor, detrás de una mampara insonorizada.  Es decir, me puede oír a mi, pero yo no a él o a ella.  Si esta forma de confesión te parece escaquearme de lo correctivo del sacramento, te digo que el silencio casi siempre ha sido más justo conmigo que un ser.  Me conoce mejor.

“Yo no soy racista, pero. . .” muestra cómo una confesión se presta a un tema.  El racismo, como tema, es empapado y socavado por los tópicos.  Había una sola posibilidad de convertir el artículo en algo único: escribir sobre mi experiencia personal del racismo, no como observador, sino como participante.  Hay muchos retratos del racismo escrito desde el punto de vista de la víctima, pero pocos desde el punto de vista del racista.  Elegí el segundo.

Confesar ser racista, además de centrarme en el buen camino como penitente, establece mi autoridad como articulista.  Si no fuera racista, ¿qué sabría yo sobre el asunto?, salvo que es un mal.  Todo el mundo con dos dedos de frente ya sabe esto.  No habría aprendido nada, ni el lector ni yo.  Principalmente yo.

 

2 comentarios:

  1. He estado un par de veces en su país. Desafortunadamente, como simple turista, es decir, apenas he podido conectar con sus gentes. Pero las pocas ocasiones que he tenido de hacerlo me han permitido atisbar una cultura extraña (para este lado del charco), son gentes que hablan sin tapujos sobre ellos mismos, no sé, como si no les avergonzara. Con este artículo suyo constanto lo que ya intuía.
    Gracias por su sinceridad y frescura. Gracias por no ser políticamente correcto.
    Un cordial saludo de un lector suyo.

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    1. Julio, puede ser que a los estadounidenses, más que a los ciudadanos de muchos otros países, nos gusta dar el número, y que, a veces, en el intento de llamar la atención de los demás, nos exponemos hasta el límite del decoro y de las convenciones. Como escritor, reconozco ser culpable de esto. Pero intento siempre llamar la atención con la verdad. Te devuelvo las gracias. Es un privilegio tener un lector que se esfuerza en comprenderme. Un saludo.

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