Empiezo a
escribir con una intención y las propias palabras me llevan por otro
camino. Empiezo a escribir con una duda
y las propias palabras me llevan a una resolución, o a una duda más
significante. Escribo tanto por entender
bien un asunto como por no entenderlo bien.
Empecé a escribir Sueños de un sevillano con algunos sueños de mi mujer y algunos sueños míos, con la esperanza de que las palabras me los iluminaran. A medida que escribía, algunos posibles significados me ocurrieron (estrafalarios, pero no por eso descartables). En eso radica la compensación de escribir. Escribo por las sorpresas – es decir, por la emoción, perspicacia y sensatez – que me las aporta.
Lo que más me
sorprendió al escribir Sueños de un
sevillano fue que cada sueño de mi mujer tenía un homólogo en mi historia
personal. No tenía la más mínima idea
de que eso fuera el caso hasta que llegué al punto de desenlazar el artículo. Mi mente inconsciente me regaló el desenlace. Qué apropiado en un artículo sobre los
sueños.
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