domingo, 18 de diciembre de 2011

Humor atormentador

A través de La Sevilla del guiri, he descubierto un subgénero de periodismo que se puede llamar ‘la entrevista con íntimas’.  Gana arrasando a ‘la entrevista íntima’ en cuanto a lo cerca que nos lleva de la verdad.  Mi sujeto en este subgénero siempre ha sido mi mujer.

De todas mis entrevistas así, Negativa es la que más trabajo me ha costado.  La gravedad del tema, el de aborto natural, no me permitió intentar ninguna salida ingeniosa.  El humor es un recurso muy útil a la hora de escribir diálogos, haciendo que las conversaciones fluyan, lleguen a decir algo, y después terminen nítidamente.  Pero también es mi mecanismo de defensa preferido, y, por lo tanto, más valía no emplearlo cuando el objetivo principal del artículo era dar la cara.

Quería decir algo digno sobre cuáles son, a mi juicio, las diferencias entre hombres y mujeres y cómo esas diferencias se manifiestan aun más en momentos de dolorosas pérdidas.  Terminé la primera versión de Positiva, el artículo de la semana pasada en el que anuncié un nuevo niño en camino, horas antes de la ecografía que demostrara el embarazo nulo.  En el autobús a casa, con mi mujer apagadísima a mi lado, me di cuenta de que aquel texto alegre y guasón ya no servía, y eso me deprimía tanto como el aborto en sí.

Esta reacción egoísta, superficial y (yo creo) masculina, y otras al hilo que he expuesto en Negativa, toman aún más peso cuando añadimos a ellas las de Perdóname por mi pecado, mi artículo en el que me declaré cómplice de un aborto provocado que tuvo lugar hace 20 años.  Mis verdaderos remordimientos de conciencia por haber eliminado, sin dudar, a un hijo mío, no me impidieron pensar, tanto en esta ocasión como en la anterior, principalmente en mis planes y proyectos.  Se podría decir que no he cambiado mucho.

Este humor negro y atormentador, sí, aporta algo al tema.  Siempre está, antes de nada y después de todo.

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