El problema de esta filosofía es, si todos los escritores la siguieran al pie de la letra, todos escribiríamos igual. En un sentido estricto, incluso el estilo es superfluo según esta filosofía. El momento en el que una filosofía suprime la personalidad, y así la verdad, estamos perdidos.
Mi instinto me decía que eliminara el primero y último párrafo de A la altura de mi oficio. Aunque enmarcan el tema, el artículo funciona bien, quizás incluso más eficientemente, sin ellos. Al final, decidí mantenerlos, tan sólo porque me divertí mucho en escribirlos.
Nos revelamos más cuando jugamos que cuando llevamos al cabo los órdenes de un oficio. Como escritor, no sólo quiero dejar bien claro mi mensaje, sino también pasarlo bien, y así mostrarme como soy.
Mi padre también solía decir, “El buen periodismo da a conocer no sólo ideas e información a la gente, sino gente a la gente”. Por eso, he incluido más que lo rigurosamente necesario.
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