En mis artículos, intento no incluir los nombres de políticos, de personajes de moda, de atletas, de programas de televisión, o de películas o libros recientes. Hago excepciones cuando creo que una persona u obra actual estará, o debería estar, viva para siempre. El poco brillo que aportarían las etiquetas de actualidad a mis artículos no compensaría la poca caducidad que también aportarían.
Mi padre, que me enseñó lo que es ser un verdadero periodista (y por lo tanto un verdadero escritor), decía que para asegurar que su obra fuera fiel a la realidad, más contaba con el relato de los curas y los policías (de la calle, por supuesto), y menos contaba con la retórica de los políticos y las celebridades. Claro, los curas y los policías de la calle tratan diariamente y abiertamente con la vida y la muerte, el bien y el mal, mientras las celebridades tratan de evitar la vida y la muerte, y los políticos juegan con el bien y el mal para que les beneficien.
La gente se divierte y se emociona con lo que hace furor. Sin duda, los políticos y las celebridades hacen furor, pero escribir sobre ellos es informar de un baile de tontos y vanidosos en un tinte que al secar se hace invisible.
En Casting para artistas, el haber mencionado Steven Spielberg, Stephen King, Pixar, Los Sopranos, Los Simpsons y Almodóvar cuadra con mis objetivos de escribir para todos los tiempos. Sólo la mención de los premios Goya me hizo dudar.